Es duro y poco reconfortante aceptar la
fría y cruda realidad, porque una vez la miras a la cara, ya no puedes
esconderte de ella nunca más. Cuando la ves, te das cuenta de que nadie
te protege y que solo las personas que te aman velan por ti con
recursos tan limitados como los tuyos propios.
El Sistema, de forma natural y automática, genera su propio caos y sus propios desequilibrios para seguir existiendo. Muchos lo calificarán de pueril y absurdo, básicamente porque pone en
jaque su concepción de lo que es el Sistema establecido y prefieren la
negación a verse abocados a la ingrata tarea de tener que reconstruir la
ilusoria visión del mundo que la sociedad ha instalado en su mente.
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